Decir que Angel Atanasov, de Bulgaria, tuvo un mal viaje es quedarse corto… muy corto…
El infeliz se encontraba aburridísimo en su casa. Debe ser que no tenía lectura, ni videoconsola, ni televisión, ni novia. Así que decidió pasar el rato drogándose. Ignoramos si esnifó, se tragó un par de pildorillas, se pinchó o, como hacen algunos, se metió un supositorio de drogaína, pero los efectos fueron inesperados y los daños colaterales masivos.
Más colgado que una hamaca paraguaya decidió que era una buena idea pillar un cuchillo y cortarse el pene. En el momento en el que estaba haciendo eso llegó su padre, que intentó pararle. Sin embargo, enajenado, Angel le cortó un trozo de oreja.
Cubierto de sangre y con una paranoia impresionante, robó un coche. Con ese coche se saltó un semáforo y arroyó a un motorista.
Sin embargo la cosa no se quedó ahí. Atanasov llegó a una granja, robó un hacha,mató un inocente corderillo que pasaba por ahí e intentó prender fuego a un pajar.
A esas alturas a la policía sólo le quedaba seguir el rastro de destrucción, así que pronto pudo rodear al chaval convertido en la encarnación de Abadón.
Angel no entró en razón, todavía muy colocado. Para huir de la policía tuvo la feliz idea se subirse a una torre de alta tensión. Por supuesto sufrió una descarga que ahora lo tiene en cuidados intensivos. Según los médicos es posible que no sobreviva.
Ahí lo tenéis, amigos y amigas. Por si no había quedado claro debéis tener en cuenta que tomar drogas No es bueno. La próxima vez que tengáis ganas de vicio le dáis al bebercio, que os matará, sí… pero poco a poco.
Soraya García Olivares
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